viernes, 18 de junio de 2010

Otras manos

Ese beso que das, sabiendo que te perderás y que las consecuencias te devastarán.

Medio día, en tu casa. Salgo de aquella fiesta para relajarme un poco, una bebida en la mano, la otra masajeaba el cuello. Tengo estrés. Algo perturba mis pensamientos, oigo unas pisadas y de reojo volteo… sólo un ruido. Me detengo en un barandal y observo la inmensidad de mis recuerdos. Suspiro. Fantasías atraviesan mis sentidos, me encojo de hombros y miro al cielo. Azul, todo es azul.

Pasos atrás de mí, ya no volteo, sólo pienso. Cierro los ojos y llegas por mi espalda. La besas y acaricias. La piel se enchina. Me abrazas, lentamente me abrazas. No son aquellos besos tradicionales, arraigados al cuerpo. Lo sé y no lo detengo.
Estamos de frente, miras todo y tus ojos son vacios, te sostengo la mirada y después de minutos me besas. Me encojo, una nueva sensación. Te detengo. No estoy segura.

Me besas ahora el cuello, los hombros, la clavícula…te detienes. ¿Qué sucede?, siento desesperación. ¿Por qué no había hecho eso, después de tantos años, no me conocía? ¿O del placer no conocía? ¿Cómo expresar el deseo que tenía mi piel? ¿Cómo explicar que mis hombros ya tenían sed?
Cerré los ojos. Me estaba equivocando, pero también, me estabas llevando. Te di la espalda.

Sentí tus manos sobre mis hombros, me besaste el cabello, bajaste hacia la espalda y entonces yo deliraba. Y lo que faltaba.
Descubriendo nuevos horizontes dentro de mi piel, tú reparabas en cada una de mis debilidades, no preguntabas pero a veces te detenías; descuida, nadie ha recorrido lo que tú.

Y mientras la mente decía que No, las consecuencias se desvanecían. Eran otras manos.

¿Y si preguntan por mí?... estaba soñando.

1 comentario:

  1. Decisión complicada de las letras e historias compartidas, de las experiencias prestadas.
    Hermosa forma de hacerme vivir tus sensaciones, un beso.

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