Si un día despertamos y vemos que no tenemos a alguien a lado, nos equivocamos entonces, porque del otro lado, de ese que casi nunca vemos, ahí estamos. Incondicionales.
No es necesario aparentar, ni demostrar qué somos… entre nosotros ya todo está claro, aunque no dicho. Porque desde que nuestros destinos se cruzaron ya jamás se han destorcido, estamos inevitablemente unidos.
Y no fue necesario un beso, un abrazo, una palabra que nos explicara lo que en cada texto nos hemos querido decir, pues sólo bastó con conocernos y ser los personajes de las diferentes historias.
Oh, ahí viene la melancolía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario