lunes, 4 de junio de 2012

Extraño.


Preámbulo.
Nos faltó un beso. Nos sobró la distancia, nos mató el orgullo.

Hace algunos años inicié con los cuentos a Épico, nos hice una historia, un cuento que escribí de aquel amor cobarde.  A la par de esa historia, me encontré contigo, Extraño, y pocas veces te he dedicado las líneas que describen mi otra historia. Por eso tú mereces una historia aparte.  A ti Extraño, te debo una memoria pues lo que menos hubo en ti fue cobardía. 

En resumen, diré que no hay canción que nos describa o que nos haga llorar, pero hay literatura que nos recuerda. Porque en cada libro que leí en ese tiempo, te hacía partícipe de las historias inconclusas, de esos amores inertes o exiguos de los que te enajenaba. Fuiste también mi Épico, pero más que nada mi Extraño.
Fuiste para mí Heathcliff que con su fuerza e insolente orgullo me indicaba los caminos a evadir, Diablo guardián que me protegió de sí mismo.  Mi Pedro Páramo odiado.  Mi General, mi Lucas Corso y yo tu Diablo enamorado. Fuiste muchos hombres, muchas heridas, tantos personajes. Fuiste mi héroe y mi vengador, mi fracaso y la resignación.

Fuiste, Extraño, mi anónimo. Mi inspiración por momentos, fuiste mi amor, el que no conté jamás y el que siempre negué.

Pero ya es tarde y hablar de los fuiste es innecesario cuando hoy, volteando hacia atrás, decido escribirte estas cartas para establecer una historia que no deseo olvidar.  El tiempo nos separó para bien, quién sabe, tal vez pudimos destruirnos y dejar de ser lo que somos ahora. Porque no somos un mal recuerdo.  

Maldita mi suerte que de amores inconclusos está llena la mitad de lo que llevo de vida, pues la otra mitad no sabía amar. Pero descuida, no soy la víctima aquí. Solo pretendo contar otra historia.

Y aunque a veces te olvido, casi siempre te extraño, Extraño. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario