jueves, 20 de septiembre de 2012

Historias en un bar: Sofía.

Parte I.  Damián Ruescas. 


Damián Ruescas era un típico hombre de semblante y aspecto austero aunque en general poseía un trabajo que lo remuneraba mejor de lo que él mismo pensaba, económicamente hablando;  Osaba no reír de vez en cuando ni frecuentemente, prefería sólo esbozar un leve arco invertido en su boca y listo. Ruescas era frío, parco, bastante tímido y retraído, a pesar de que en las reuniones sociales se mostraba abierto a todo tipo de opiniones; era también, alto, muy alto; no era en sí delgado, poseía ciertas curvas de la felicidad en el estomago y vientre abultado, pero su altura le permitía vagamente disimular tal porte.  

Pero Damián cambiaba cuando en las reuniones sociales había alcohol de por medio, el ajenjo era de su preferencia y como sabía que no cualquiera lo bebía, siempre cargaba con una botella en su saco. Ruescas, cambiaba metafóricamente y literalmente, ambas y sin contradicciones; En el momento en el que el alcohol comenzaba a circular sobre las mesas, en sus ojos relucía una mirada sobrehumana y profunda, entonces su sonrisa se volvía un poco más descarada sin llegar a la vulgaridad de carcajear; sin embargo no socializaba, sólo ponía más atención al momento; él seguía sin pronunciar muchas palabras pero en su rostro aparecían ciertos símbolos que definían su humor.

Él era crítico consigo mismo, y algunas veces autocomplaciente; bebía aún más ajenjo cuando estaba solo, permitiéndose la introspección y la búsqueda de respuestas, tal y como lo hacía el Inspector Abberline, en la película From Hell. Sí, Damián era espectador de leyendas clásicas como Jack El Destripador y su aparente fijación con las prostitutas, a veces era como si fuese Dr. Jekyll en su trabajo, pues vestía decentemente y se comportaba como tal, casi no bebía y pocas veces decía una mala palabra; pero otras veces era como si se transformara en Mr. Hyde y un extraño alter ego se apoderara de su mente y de su cuerpo cayendo en los placeres más banales del cuerpo, bebía hadas verdes y gustaba de salir en busca de alguna prostituta decente. Damián en su etapa de Mr Hyde también era recatado a su modo y paradójicamente buscaba estabilidad en cada una de las mujeres que por su cama pasaban, deseando que fuera la última y la primera a la vez.

Entonces, Damián era el trabajador asalariado que cumplía burocráticamente las horas establecidas para ofrecer servicios y organizar a la empresa, mientras que Ruescas era el hombre con retroceso de edad, que salía a disfrutar de su soledad bebiendo y buscando agradables compañías, intentando, además, buscar un rato de diversión pagana. En general sus amistades lo conocían como Damián y pocas veces se mostraba como Ruescas, era parte de un ritual privado para mantenerse alejado de mezclar las dos personalidades y de repente caer en la locura de la simplicidad y lo común.

Hombre de poca Fe, creyente de toda religión y defensor común del ateísmo, le resultaba fácil pasar inadvertido entre la gente, sus amistades tenían una imagen de paciencia y buen carácter; y en general así era, salvo cuando se sentía solo e incomprendido, y  hacía uso del chantaje emocional; fuera de eso era bastante tolerable y los pocos amigos que tenía eran los de antaño, aquellos a quienes había conocido desde la infancia y yo, su camarero. 

Ruescas asistía con religiosidad al bar en donde yo atendía, llegamos a entablar grandes charlas de mujeres y películas, algunos grandes clásicos, otras relacionadas con el erotismo y la ciencia ficción. Su vicio por el cine, lo hacía notar cada que tocaba un nuevo tema de conversación, es más, no recuerdo hablar de otras cosas que no tuvieran relación con alguna película.  

Cada día, Ruescas pedía tres o cuatro hadas verdes y luego se marchaba en busca de alguna prostituta, hasta el día en que conoció a Sofía.  

3 comentarios:

  1. Las iniciales de este personaje son las mismas de un amigo al que (casualmente) me has recordado por su parecido en ciertos rasgos de físico, personalidad y otros detalles. Esperaré la segunda parte :B

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  2. Pinchi beodo, borracho, etílico y alcohólico.

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